Ya pasados los cuatro años de rigor se vuelve a poner de moda el arengar a las masas para cuales borregos acudan a su cita con la democracia, es decir, que ya se están intentando ‘abrir’ ojos y para que las ineludibles veladas con las urnas sean favorables a políticos que no saben ni coordinar su mano derecha con la izquierda. Unas urnas que sólo encierran deseos de enriquecer arcas personales y ayudar con amiguismos a conocidos y familiares. Seamos conscientes de una cosa, el ser humano por naturaleza es egoísta, no seré yo quien critique eso, ya que es casi normal que cuando se escala en la esfera de poder arrastres contigo a gente para que estas desempeñen papeles en el escenario de un teatro cuyos actores cambian el guión a sazón que se suceden los actos.
Sería hipócrita si no reconociese que el enchufismo es algo natural, y hasta me atrevería a confirmar que casi lícito. Ahora bien, con ello no justifico la injusticia y mucho menos la incompetencia. Así pues, si existe o ha de existir esta práctica ha de ser llevada a cabo al menos de una manera inteligente, elevando a los ‘altares’ y despachos a personas que cuanto menos sean capaces de afrontar las carpetas que con miles de problemas se plantan es su mesa oval de caoba, preciosa y muy cara. Pero lo inconcebible de todo esto es que existan políticos de tres al cuarto, gente analfabeta ideológicamente y personas lamentablemente interesadas ocupando ‘tronos’ legales simplemente por que gritan a los cuatro vientos mil promesas que huelen a chamusquina y falsedad.
No tengo ninguna intención de señalar a nadie por que considero que quien lea estas palabras ha de ser un público más o menos ilustrado, gente perspicaz que saben que nuestro refranero gana en sabiduría con frases como ‘a buen entendedor…’, síganlo ustedes mismos. No doy crédito a la gestión de muchos municipios, entre ellos el nuestro que al fin y al cabo es el que nos preocupa. Como joven, como observador, ciudadano y periodista no me dejo engañar tan fácilmente. Villamartín no se merece a ninguno de sus dirigentes, pero no sólo a esos que consiguieron mayoría absoluta con nuestros votos y de cuyos fracasos y victorias todos somos responsables, sino que tampoco se puede consentir frente a ellos una audiencia pasiva, una oposición callada, que sólo critica las cosas a las que ellos mismos no ponen solución ni plantean remedios ni alternativas. Una oposición cuya finalidad primordial es atender los intereses propios. Una oposición a la que veremos el pelo ahora en la precampaña electoral, actitud pasiva y estúpida que se resume en un término tan ilustrativo como lo es el de lamentable.
Aunque mis dardos humildes de opinión van dirigidos a los ‘señores’ del bastón de mando. Expongo así que si Villamartín fuese un reino su rey no sería más que un bonachón que los palos le llueven por todos lados y cuyos secuaces no saben ni donde está el norte en el mapa de su feudo. Contando con un sinfín de hipócritas que sólo saben dar la cara cuando existe un atisbo de triunfo, cuando se tienen que fotografiar en la corte con otros ‘señores’ poderosos, todo esto orquestado con un alarde indecente de autoridad que hace que sepan alardear de su incompetencia sin pudor y publicarlo a los cuatro vientos.
Por eso y sólo por eso soy poco optimista. La democracia ha degenerado lamentablemente, por ello la mejor forma de gobierno no sabe poner en prácticas sus principios en una sociedad como la nuestra, debido todo ello a la incultura y a los favoritismos señoriales que desde tiempos ancestrales han convivido con nosotros. Pero no todo es malo, gracias a la democracia los ciudadanos podemos responder ante los abusos, ante la incompetencia y la inactividad. Fórmulas que hacen saber que nadie está de acuerdo con lo que nos ofrecen. Así pues, un sobre vacío mostrará mi disconformidad, mi descontento. Sin faltar a uno de los principios básicos de la democracia, el votar, sabré responder con las herramientas que me ofrecen mi total desacuerdo con las listas que conforman la sucesión. Me parece de vergüenza que nadie sepa convencerme. Qué fuerte es que la gente joven no se sienta interesada por la política, todo ello consecuencia de un sistema educativo lastimoso a la vez que ruinoso. Pero no sólo eso, el desinterés de los propios políticos y la manipulación mediática hacen el resto. Llegados a este punto podemos decir que el reinado del pasotismo llega a hacer bueno a ese siempre criticado enchufismo, que sólo sería perfecto si la selección fuese más acorde con las necesidades, ya que dicen también que el que no se consuela es por que no quiere y mira si dentro de lo malo hay que apostar por este imperfecto sistema al menos que se desarrollen las actividades de manera inteligente y a través de personas medianamente competente.
Sería hipócrita si no reconociese que el enchufismo es algo natural, y hasta me atrevería a confirmar que casi lícito. Ahora bien, con ello no justifico la injusticia y mucho menos la incompetencia. Así pues, si existe o ha de existir esta práctica ha de ser llevada a cabo al menos de una manera inteligente, elevando a los ‘altares’ y despachos a personas que cuanto menos sean capaces de afrontar las carpetas que con miles de problemas se plantan es su mesa oval de caoba, preciosa y muy cara. Pero lo inconcebible de todo esto es que existan políticos de tres al cuarto, gente analfabeta ideológicamente y personas lamentablemente interesadas ocupando ‘tronos’ legales simplemente por que gritan a los cuatro vientos mil promesas que huelen a chamusquina y falsedad.
No tengo ninguna intención de señalar a nadie por que considero que quien lea estas palabras ha de ser un público más o menos ilustrado, gente perspicaz que saben que nuestro refranero gana en sabiduría con frases como ‘a buen entendedor…’, síganlo ustedes mismos. No doy crédito a la gestión de muchos municipios, entre ellos el nuestro que al fin y al cabo es el que nos preocupa. Como joven, como observador, ciudadano y periodista no me dejo engañar tan fácilmente. Villamartín no se merece a ninguno de sus dirigentes, pero no sólo a esos que consiguieron mayoría absoluta con nuestros votos y de cuyos fracasos y victorias todos somos responsables, sino que tampoco se puede consentir frente a ellos una audiencia pasiva, una oposición callada, que sólo critica las cosas a las que ellos mismos no ponen solución ni plantean remedios ni alternativas. Una oposición cuya finalidad primordial es atender los intereses propios. Una oposición a la que veremos el pelo ahora en la precampaña electoral, actitud pasiva y estúpida que se resume en un término tan ilustrativo como lo es el de lamentable.
Aunque mis dardos humildes de opinión van dirigidos a los ‘señores’ del bastón de mando. Expongo así que si Villamartín fuese un reino su rey no sería más que un bonachón que los palos le llueven por todos lados y cuyos secuaces no saben ni donde está el norte en el mapa de su feudo. Contando con un sinfín de hipócritas que sólo saben dar la cara cuando existe un atisbo de triunfo, cuando se tienen que fotografiar en la corte con otros ‘señores’ poderosos, todo esto orquestado con un alarde indecente de autoridad que hace que sepan alardear de su incompetencia sin pudor y publicarlo a los cuatro vientos.
Por eso y sólo por eso soy poco optimista. La democracia ha degenerado lamentablemente, por ello la mejor forma de gobierno no sabe poner en prácticas sus principios en una sociedad como la nuestra, debido todo ello a la incultura y a los favoritismos señoriales que desde tiempos ancestrales han convivido con nosotros. Pero no todo es malo, gracias a la democracia los ciudadanos podemos responder ante los abusos, ante la incompetencia y la inactividad. Fórmulas que hacen saber que nadie está de acuerdo con lo que nos ofrecen. Así pues, un sobre vacío mostrará mi disconformidad, mi descontento. Sin faltar a uno de los principios básicos de la democracia, el votar, sabré responder con las herramientas que me ofrecen mi total desacuerdo con las listas que conforman la sucesión. Me parece de vergüenza que nadie sepa convencerme. Qué fuerte es que la gente joven no se sienta interesada por la política, todo ello consecuencia de un sistema educativo lastimoso a la vez que ruinoso. Pero no sólo eso, el desinterés de los propios políticos y la manipulación mediática hacen el resto. Llegados a este punto podemos decir que el reinado del pasotismo llega a hacer bueno a ese siempre criticado enchufismo, que sólo sería perfecto si la selección fuese más acorde con las necesidades, ya que dicen también que el que no se consuela es por que no quiere y mira si dentro de lo malo hay que apostar por este imperfecto sistema al menos que se desarrollen las actividades de manera inteligente y a través de personas medianamente competente.