Hay ojos a los que nadie mira.
Voces a las que nadie escucha.
Oídos a los que nadie habla.
Corazones para los que nadie laten.
Hay sombras que no tienen cuerpo,
vidas que carecen de alma.
Hay errores que te anulan
y conducen a la nada.
Personas casi sin rostro
que pasan sin zancada,
y sus pasos sin huella,
y su existencia vana.
¿Cuántas veces nos fijamos en su envoltura de llamas?
¿Cuántas veces acudimos a su llanto de plegaria?
Qué inútil cuando nada
salva la vida su distancia
y con abrupto sigilo
se apaga tanta desgracia.
Ya no quieren sus oídos escuchar nuestras palabras,
ya su voz no quiere ser escuchada,
ya sus oídos no necesitan la llamada.
Y ahora todos en manada
lamentamos tu desdicha,
cuando tus penas fueron
lejanas a nuestra vida.
Pero baste, al menos,
la redención del alma,
para recordarte siempre
viajero sin amarras.
Diego José López Fernández
08-01-2020
A ti, Carlos.