6 abr 2022

LARGA TRAVESÍA

Bahía de Cádiz un día gris y lluvioso

La travesía había resultado durísima. Después de haber surcado en aquel neumático más de cien millas por aquel mar del norte habíamos acabado en un punto incierto del mapa; tan sólo nos quedaba lanzar un SOS con la esperanza de que alguna alma caritativa viniese a rescatarnos. Por desgracia, se hacían muy frecuentes aquellos casos en aquel frío archipiélago de Jutlandia. Quizás, en previsión de las llegadas masivas que recibían de sus vecinos alemanes, ¡quién iba a imaginar eso meses atrás!, nos ataviaban con una capa que nos servía de abrigo tras tanta calamidad. 

Aun en aquellas circunstancias, existían compatriotas que luchaban en su ego por quedar por delante de los demás, «so imbécil, no ves que aquí estamos todos atrapados y que somos carne fácil, vamos a tener un poco de empatía», pensaba yo para mis adentros. 

Me empeñé en superar mi propia marca de resistencia y, en no pocas ocasiones, me mordía la lengua para no pegarle un soberano guantazo a  algunos compañeros del improvisado navío que nos mantenía a flote a duras penas. Creedme, no era tarea fácil, pero no podía consentir que todos los pasos que había dado hacia delante quedaran a expensas de una borda maldita a la que todos temíamos caer. 

Llegamos a tierra y yo salí corriendo, quería desaparecer lo más pronto posible de aquella caterva de catetos y malas personas. Pude apreciar algunas montañas de pacas en un campo cercano y me construí una cabaña para  guarecerme. Me quedé dormido, el marcapasos me iba a mil por hora y no podía darle tanto trabajo. 

Desconocía cuánto tiempo había pasado, pero al despertar me vi tumbado en una cama; todo parecía tranquilo y Paca, una soberbia señora española, me ofreció una rica sopa caliente, «no sé cómo existe tanto masoca», sentenció sin cortarse.

Por Diego J. López 

21 mar 2022

VEINTIÚN VERSOS DE POESÍA










Ante el ruido del mundo, poesía,

y para la guerra y la desidia,

ante los cañones de artillería,

como bálsamo y amnistía.


Para el odio que corroe, poesía,

ante las mafias que a la vida porfía,

frente a las armas y balas de envidia,

para frenar invasiones sin justicia,

cuando las voces claman valentía. 


Como belleza y para negar la carestía

aparece siempre, poesía,

para calmar la blasfemia

y dar cabida a las risas,

y que nada se sienta objeto de la rifa

de una tómbola a la deriva.


Átame contigo, eterno, poesía

pues quiero respirar por tu guarida,

ambos hibernando por la vida,

y que pasen, lentos, junto a ti mis días.


Siempre tú, poesía.

Solo tú, tu luz, tu lírica.


✒️Diego J. López ✒️

❤️ 21 de marzo Día mundial de la poesía❤️

2 mar 2022

TODO LO PUEDE

🌬️ El viento soplaba, lo había hecho desde el principio, aunque jamás sus bocanadas alertaron sobre el punto cardinal del que partían. Los envites eran continuos y, muchas veces, las bofetadas de su cólera arreciaban en las estructuras, sin que estas hubiesen tenido previsión para guarecerse. El tiempo sabía que él era el único que podía superar a tan colérica rabia que movía al invisible elemento. 

🌬️Era consciente, tanto como ese niño travieso que observa a sus iguales desde una atalaya, de que podía pararle los pies al enemigo, a ese que durante eternidades se concentraba en molestar al conjunto de los mortales; aunque estos no tuviesen, ni la más remota idea, de quién era su aliado. 

🌬️Aquel viento tampoco cejaba en su empeño de embravecer las aguas del mar para que ni marinos, ni piratas encontrasen la paz en sus aguas, a veces, tan profundas que perdían su tonalidad azulada para dar paso a un morado intenso que se antojaba en abismo. 

🌬️Eolo seguía haciendo de las suyas y tan siquiera la férrea montaña, impávida, con su majestad atronadora, tornó en timidez la fuerza con la que disparaba aquel desaforado huracán. Ella aguantaba con estoicismo la afrenta, sin negar el dolor que le provocaba el desgarro de la erosión que incidía en sus laderas. 

🌬️Tras aquella depresión de la geografía había un árbol, frondoso y sano, con unas ramas que servían de cobijo a las aves y a las crisálidas que hibernaban. Abrigaba, pues, en su follaje con amor inconmensurable una nueva oportunidad para la vida, dejaba que la libertad de aquellas criaturas le diese sentido a todo el esplendor del que gozaba. Ese pequeño universo fue arrasado, en segundos, y el rastro de lo que dejaba formaba parte de la mochila que, tras de sí, iba dejando el vendaval aniquilador. Cuando el viento se topó con la nada, se disipó, sin contemplaciones, ipso facto

🌬️Su falta de lealtad hacia la existencia borró del reloj la bondadosa sonrisa con la que lo había observado y rompió, abruptamente, la amistad que los unía. Mas, el tiempo siguió marcando su tictac, mientras el aire había sucumbido ante la nada, para siempre y hasta el final; sin encontrar ni un soplo al que atenerse. Y el tiempo fue el único que pudo con todo y siguió, sin mirar atrás.

Diego J. López

ebrero 2022

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