El ocaso desviste de luz al día, pero te da la oportunidad de contemplar
la luna y las estrellas. El sol que baña los tejados despide desde las
espadañas el soterrado costumbrismo cotidiano, pero te hace participar
del fuego del hogar. En definitiva, el ciclo cuando acaba, comienza
seguidamente en un nuevo punto de partida.
Diego José López Fernández