REQUIEM POR LA ETERNIDAD
El aire viciado en cianuro
anuncia la batalla final.
Ya, todas las sedientas gargantas
esperan la sentencia que les dé castigo.
La noche es larga en la espera.
Gritos inhumanos inundan el valle.
Las lágrimas de plañideras brotan,
aunque no alcanzan a saciar
el incomprensible desenlace.
El fulgor se hace eterno ante la Luna.
Ya nada es piedad ante el mal.
El vacío horizonte se presenta vano.
La esperanza muerta en la premura
del final que atenaza con su llegada.
Y volarán las malsanas añoranzas.
La niñez sobreseída en juicio primario
huye escudriñada entre las cloacas,
sobrevenido, quizás, el adulto inmundo
ya jamás habrá inocencia en su tez.
Helado rocío que mal abriga.
La caridad desposeída de sentido
hace de abrigo a la nueva esclavitud.
Sometimiento iracundo e infinito
que desdice a la mínima humanidad.
Caída del Imperio del raciocinio.
Cuan dolor acaecido sin sentido
el baile desleído entre jirones
hace del blandido armazón
un frágil castillo de naipes.
Y la calavera se antoja espejismo.
Las bruces de un accidentado golpe
hacen de cicatriz a las juntas de esta lápida.
Ahí descansan sepultados
los restos de una vida desdeñable.
Y amaneció en el valle y nada se paró.
La vida resurge de la muerte sucia.
De nuevo, brotó la hierba del pastizal,
como el día de la larga y oscura noche
y los colores sonríen con su siniestra belleza.
El fin es la nada del abismo y el principio del todo.
Ahora, temerosos y afanados
idolatrarán a falsos mitos de eternidad.
Mas, equivocados se hallarán todos,
pues, lo eterno es siempre principio.
ACOMPASADO
Compás de cante y arte
un, dos, un, dos, tres
y tus pasos se aceleran.
Un, dos y el latido estalla.
Un, dos, tres y eres flamenco.
Cuatro, cinco y seis
al trinar de la cuerda prima
y la soleá canta al viento.
Siete, ocho y taconea
ávidos los faralaes al viento.
Histórica pasión de lo jondo.
Nueve, diez y en ti bulería
y sudar tras la frente muñida
entre caracoles rizados.
Nueve, diez y vuelta al fin.
Un, dos, un, dos, tres.
Cantando al alba desgarrada
la muerte de un torero,
o la hazaña de un palmero.
Cuatro, cinco, seis.
Tronío de fugaz pasión
ante las tablas temblorosas.
Siete, ocho, tocando
en una seguirilla eterna
los quejíos de la verdad.
Nueve, diez y toco fin.
Un, dos, un, dos, tres al compás.
Cuatro, cinco, seis a tus pies.
Siete, ocho, nueve, diez ¡Olé! Y ¡Olá!
CREPÚSCULO DE LUZ
Afilas tras el horizonte en el alba
y escapas entre todo el desahucio vano
enmascarado de lucidez sin alma,
agotando el lánguido y fatal verano.
Exhibes tu lozanía en la batalla
que libras sin arma letal en tu mano
a sabiendas que son otras muchas lanzas
que con sus rayos te alejan de lo humano.
Moribundo tras la elevada montaña
para así, cuál Fénix, renacer más sano.
Y los cristales arañarán tu entraña,
y lejos irás iracundo en tu plano.
Desde la decrépita faz arrasada
verás sólo oscuridad de falso arcano
que a la insurrecta felicidad arrastra
todo tu ser infectado de metano.
La noche, como una selenita magna,
te tomará como su apresado hermano,
mas pronto, influirá la luz de la mañana
que a ti, astro rey, erigirá nuevo decano
CUANDO SEAMOS UNO
Cuando airada rozas las mejillas
contra las mías en caricias recias
sucumbe el amor a la eternidad
y lo sublime enmascara toda la felicidad.
Cuando subes a tus labios la pasión
y depositas el suave silbido en los míos
y todo en mi ser se estremece ávido
y todo en ti fluye con destreza sutil.
Cuando tus piernas me abrazan
y los sentidos de lujuria florecidos
arremeten en rienda suelta unidos,
toda tú, todo yo confluimos en uno.
Cuando decidiste atarme a tu castigo
y yo me dejé atrapar en tu laberinto.
¡Ahí! Sé que ambos ganamos al destino.
RUMORES
¿Oyes?
Sí, es el rumor de las olas en cólera.
¿Escuchas?
Claro amor, son los susurros de la noche.
¿Sientes?
Siempre. Mi interior se estremece ante sublime canto.
¿Atiendes?
Nunca dejo de hacerlo ante la belleza.
¿Sabes realmente quien soy?
Lo sé, eres yo mismo.
Entonces ¿por qué me hablas?
Porque temo tu ira, eres irascible.
Es cierto ¿lo escuchas ahora?
Claro, muy claro, es el rumor de mi agonía.
¿Te vas?
Sí, me echas, me voy, pero esta vez jamás volveré.
ERAS TÚ, SÍ TU
Eras tú fiera de la noche,
tú eras la que desgarrada con alevosía
los corazones carroñeros de las almas.
Dama sin piedad, muerte de Satán, que tu mano acomode
la desdicha de las almas sin vida,
de las anatomías de aquejadas alimañas.
Saña impune que aqueja el fatuo fulgor
de un averno que habita en las castellanas tierras.
Secarral secreto de poderosos caciques maltrechos.
Una yerma campiña desolada de amor
Cuyo mal quedó hacinado en la era
y las mieses arguyendo el fatal final se van, huyen lejos.
Y eras tú, sí tú, el talismán de la desdicha.
Por ser tu inteligencia mi mayor talón de Aquiles,
sucumbió todo mi ser a la nada, tu nada.
Y me quedo aquí, quieto, esperando el día.
Y se va la noche y por más que atine
nada es consuelo,nada, en esta lúgubre casa.
LA RIÑA
Cual causa de todo mal
expulsas de ti la ira acumulada.
Causa y mal del desencuentro
debido al devenir de los acontecimientos
Todos esos que no puedes controlar.
Ávida de enérgica desolación,
sólo sabes derramar una lágrima
que calma la sed de tu disconformidad.
LA IDA
Despertaba ansioso de café, cargado.
Amanecía y el fulgor del día me llenaba.
Gran sagacidad me blandía la esperanza
cuando todo, a la postre, se tornaba aciago.
Triste, enarbolaba la bandera de la enseñanza
cuando creí ser culto del duro entramado,
pero pronto supe de mi mentira insensata,
cuando de bruces caí en el vacío malsano.
El aire faltaba ahora en mis mañanas
y el sinvivir aliado y unido con la nada
supieron hundir mi plan al que obstinado.
Me agarré con afán y ahora veo fracasado.
Volaré lejos y me alejaré de esta España.
Ingresaré mis conocimientos en mejor legado.
Añadiré mi voluntad ansiosa y con saña.
Demostraré la pena que ha sido perder mi pasado.
Si regalar a la deriva era su tramada hazaña
con rabia y odio os aseguro que han triunfado.
EL ALTRUISMO DE LA VANIDAD
Hoy te vi ahí, harapienta, sucia y con las manos mugrientas, desquebrajadas por la mala vida. Te vi y me dio un vuelco la conciencia. Tú ahí, rodeada de figuras desdeñosas de algunos santos y de cartones roídos. Tu pelo sucio, encrespado y ¡a saber! si con roña. Te vi y me dio un vuelco el corazón. Tu olor, ese olor y esa falda hecha jirones, tus uñas sucias, esos pies encallados y cuyas durezas demuestran ese caminar descalzo que practicas. Tus ojos medio idos, esa profunda tristeza de tu mirada. Hoy te vi y me dio un vuelco en el alma. Tu incipiente lágrima, tu acento extranjero, tu piel comida por el sol, tus labios agrietados, tus guantes sin dedos y tus abrigos asqueados de tanta vida. Hoy te vi y mi caridad dio un vuelco, el mismo vuelco que ejerció mi mano para hacer sonar esa mísera moneda en el almirez mohoso que utilizas como limosnera. Sonó la moneda y tu sonrisa me hizo ser feliz. Hoy te vi, compartí contigo mis miserias y me hiciste feliz. Hoy he descubierto la fina línea que hay entre el altruismo y la vanidad. Hoy sé que soy humano. Hoy sé que tu desgracia puede sacar la mejor de mis sonrisas.
HACER EL AMOR
Una mano, la tuya, con delicadeza acariciaba mi rostro, despacio, dulcemente esas yemas fueron bajando hacia mi hombro y fundiste tus brazos rodeando todo mi ser. Mi mirada perdida en el horizonte. Un escalofrío hizo que brotase de tus ojos una lágrima aventurera que se hizo fuerte entre los surcos de tu mejilla y cual granada cayó en el campo de batalla de mi pecho. En ese instante, se detuvo el tiempo. Solos, tú y yo, fundidos, siendo uno como cuando en los albores de tu existencia mis entrañas guardaban tus desvelos y tu protección.
Ahora, fría, sin vida, inerte, expirando en mitad de un patio en el que jugábamos inocentes, rota a golpes por el ser que me regaló lo más bello, tú.
-¡Hijo! Te pido venganza. Venga mi desdicha amando y protegiendo al talismán de tu casa, ámala siempre. Muéstrale al monstruo que algún día dejó plantada una semilla inocente que deshizo el poco bien que habitaba en él y así habré ganado y así vencerás.
LA SOLEDAD DE LA VICTORIA
Tan sigilosa y cauta es tu destreza
que sabes como apropiarte del ser,
a sabiendas del ansia de crecer
y alojas en él la cruda dureza.
Como un suplicante que sólo ora y reza
muestras al triste e incauto tanta miel
que aunque a algunos le sepa como la hiel
para otros es victoria sin flaqueza.
Cuán pena de la victoria en soledad,
qué triste está el yelmo sin su lanza
cuando la angustia alberga ya lo mortal.
Ahora, ávido de escasa esperanza
te hundes, aún triste, ante el ruido mundanal
y aunque victorioso, solo, ¡solo!, te hallas.
SONETO AL BANQUERO
Eras tú la que me alentaba a la transacción
ávida de sacar beneficios a corto plazo,
mas sin mucho sentido que dado el paso
a sabiendas conocedor de tan magna ilusión.
Perdimos ambos la económica batalla al son
de unos ecos que surcados mis oídos amenazo
y sin dejar pasar mi dignidad y con el mazo
voy dando trompicones de vacía solución.
Llegado aquí y todo perdido en el abismo
sólo me queda la maldita resignación
aunque a gusto les haría perder el sentido.
Me comporto como humano y utilizo la razón
a pesar del odio que me corroe a mi mismo
sabré tener educación y esperar paciente el castigo.
A TI GERENA
Oteo las brisas de tu atardecer
desde una atalaya privilegiada
rodeado de piedra volcánica
y acerados de complicado andén.
Saboreo bocados de exquisita mano
cuando entre amigos brindó una copa
quién sabe si de vino de la tierra
o de burbujeante y fino champán.
Contemplo el paso del tiempo senil.
El paso del tiempo en un infante
y en el despertar del deseo juvenil
ávidos de nuevas aventuras vitales.
Sueño embaucado en proyectos,
pues de tus calles debo ser pregonero
si beneficio propio he de sacar
con deseo de servir al prójimo.
Encantado con el saber de tu cultura
con los sones de las musas instruidas
entre parihuelas de fe y esperanza
bajo un manto protector en primavera.
Cuánto decir de ti, desconocida.
A pesar de mi efímera estancia,
cuánta buena gente entre tus arenas
cuyo polvo disuadido te muestra, Gerena.
A TI VILLAMARTÍN
En la distancia te echo en falta.
Cuestas empinadas y palmeras en la plaza
redonda y presidenta de ella una fuente
de cuatro caños de agua.
Horizonte soleado de silueta serena
cuyo albor destella en una ermita
dónde reside una Reina chiquita,
pero de grandeza inusitada.
Torre altiva y generosa
cuyo reloj nos da las horas
de estas vidas de desdeño
cuya fe habitas dentro.
Fiestas de septiembre, siempre grandes,
con carretas y caballos engalanados
entre tierras de olivo y amarillo albero
dónde el cante se alía al compás.
Domingo grande en primavera
dónde sones de pólvora y alegría
acompañan a un cristo triunfante
que saluda al pueblo en cada calle.
Cuán grande es tu tierra desde la lejanía.
Cómo aprecias el día cuando llega el fin
y puedes contemplar con distancia
cuánto quieres, amas y adoras a Villamartín.
Y ASÍ FUE
Comencé a caminar sin yugos ni cuerdas
asesorado sólo por mis dones inteligentes
que a sazón de cada paso recordaban,
como pasados tiempos, aun sin pensarlo,
resultan mejores en la frágil memoria
que nos regala la incauta mente humana.
Cada paso era más firme que el suceso,
el devenir futuro incierto me alentaba
corriendo hacia nuevas metas inexorables
de pecados ya cometidos y asimilados.
Creí ser fuerte ante tu ignorancia
necesitando crecer en ego a cada segundo.
Molestaban las palabras maldicientes
a mis aturdidos oídos saturados de mentira
que tanta mella clavaron en el alma
cuando el camino caminaba a ciegas.
Traspiés en cada piedra me encallaban
los zancajos mugrientos de esperanza.
Tonto fui al creer en lo absoluto y eterno
cuando sólo eran espejismos maltrechos
lo que mis osados visores contemplaban,
perdiéndose entre embustes sentimentales
que especulaban encendidos de deseo
y carentes de belleza y armonía.
Cuanto mal hicieron tus palabras
al descubrir su certera realidad.
Como escupían lágrimas mis ojos
pensando en todo este mal
creyendo en un engaño enjuto de amor
por el que luché sin ninguna dilación.
Y ahora exento de cuerdas y yugo
saboreo las brisas mañaneras con anhelo
y en la trastienda de mis sentimientos
lates aún con alguna fuerza
la misma que hará palanca para
ofrecer la luz de mi nuevo y estrenado destino.
LA F.COM DICE ADIÓS
La esencia de un verano que termina
se torna ilusión ante la nueva vida
que durante un septiembre que poco a poco expira
aguarda hacia una calle de la Cartuja de Sevilla.
Comenzó la aventura entre noticias,
besos, amigos, barriladas y risas.
La F.com nos acogió un buen día
Para, ¿quién sabe?, convertirnos en periodistas.
Largo se ansiaba el camino, eso parecía,
ahora cerca de la meta entre pena y alegría,
despedimos cinco años en eterna compañía,
en pos de un futuro incierto que nos abriga.
De la mano al compás de la publicidad
y de los los amigos del mundo audiovisual
somos miembros de la enorme familia
de esta gran morada llamada facultad.
Informar, formar y entretener es la misiva.
Alentémonos saciando la mano amiga
de un público que fuera aguarda y nos ansía
esperando que pongamos en práctica la teoría.
Profesores, copisteros, limpiadoras y cafetería
también han aportado inspiración a esta poesía,
pues sin ellos todo esto, quizás, no existiría.
Mas nos queda dar las gracias, por aportar a nuestras vidas.
Con sigilo y despacito todo esto se termina,
no obstante, asiremos cámaras y pértigas entre bambalinas
otros quizás tomarán micrófonos con su correspondiente pegatina
qué acredita a esta nuestra profesión tan atractiva.
Luchemos por ser buenos, pues así lo querrían
los ciudadanos con sociedades sin buenos periodistas.
Aquí empieza lo bueno, comienza la partida,
seamos buenas piezas del puzzle y enemigos de la inquina.
TEMPESTAD
Tempestad, después el huracán.
Viento sopla a la deriva.
Desbocada está la mar.
La tempestad, después llorar
mas tarde reír
y por último odiar.
Mis oídos escuchan la tempestad
como los rayos de tus ojos
deslumbran a la humanidad.
Tempestad de tu garganta
con llanto suena con pena arrastra.
Deshumanización de tu cuerpo,
Reencarnación de tu alma.
¿Escuchas eso amigo?
Es la voz tenue de un niño,
la tempestad azota el universo
y el huracán destroza los sueños.
Tempestad, viento y mar
bastante daño nos harán,
igual que nosotros al revelar
nuestras fuerzas con maldad.
Les toca a ellos deshacerse de nosotros,
para siempre.
Tempestad, después el huracán
viento sopla a la deriva,
desbocada está la mar.
Diego José López Fernández
El aire viciado en cianuro
anuncia la batalla final.
Ya, todas las sedientas gargantas
esperan la sentencia que les dé castigo.
La noche es larga en la espera.
Gritos inhumanos inundan el valle.
Las lágrimas de plañideras brotan,
aunque no alcanzan a saciar
el incomprensible desenlace.
El fulgor se hace eterno ante la Luna.
Ya nada es piedad ante el mal.
El vacío horizonte se presenta vano.
La esperanza muerta en la premura
del final que atenaza con su llegada.
Y volarán las malsanas añoranzas.
La niñez sobreseída en juicio primario
huye escudriñada entre las cloacas,
sobrevenido, quizás, el adulto inmundo
ya jamás habrá inocencia en su tez.
Helado rocío que mal abriga.
La caridad desposeída de sentido
hace de abrigo a la nueva esclavitud.
Sometimiento iracundo e infinito
que desdice a la mínima humanidad.
Caída del Imperio del raciocinio.
Cuan dolor acaecido sin sentido
el baile desleído entre jirones
hace del blandido armazón
un frágil castillo de naipes.
Y la calavera se antoja espejismo.
Las bruces de un accidentado golpe
hacen de cicatriz a las juntas de esta lápida.
Ahí descansan sepultados
los restos de una vida desdeñable.
Y amaneció en el valle y nada se paró.
La vida resurge de la muerte sucia.
De nuevo, brotó la hierba del pastizal,
como el día de la larga y oscura noche
y los colores sonríen con su siniestra belleza.
El fin es la nada del abismo y el principio del todo.
Ahora, temerosos y afanados
idolatrarán a falsos mitos de eternidad.
Mas, equivocados se hallarán todos,
pues, lo eterno es siempre principio.
ACOMPASADO
Compás de cante y arte
un, dos, un, dos, tres
y tus pasos se aceleran.
Un, dos y el latido estalla.
Un, dos, tres y eres flamenco.
Cuatro, cinco y seis
al trinar de la cuerda prima
y la soleá canta al viento.
Siete, ocho y taconea
ávidos los faralaes al viento.
Histórica pasión de lo jondo.
Nueve, diez y en ti bulería
y sudar tras la frente muñida
entre caracoles rizados.
Nueve, diez y vuelta al fin.
Un, dos, un, dos, tres.
Cantando al alba desgarrada
la muerte de un torero,
o la hazaña de un palmero.
Cuatro, cinco, seis.
Tronío de fugaz pasión
ante las tablas temblorosas.
Siete, ocho, tocando
en una seguirilla eterna
los quejíos de la verdad.
Nueve, diez y toco fin.
Un, dos, un, dos, tres al compás.
Cuatro, cinco, seis a tus pies.
Siete, ocho, nueve, diez ¡Olé! Y ¡Olá!
CREPÚSCULO DE LUZ
Afilas tras el horizonte en el alba
y escapas entre todo el desahucio vano
enmascarado de lucidez sin alma,
agotando el lánguido y fatal verano.
Exhibes tu lozanía en la batalla
que libras sin arma letal en tu mano
a sabiendas que son otras muchas lanzas
que con sus rayos te alejan de lo humano.
Moribundo tras la elevada montaña
para así, cuál Fénix, renacer más sano.
Y los cristales arañarán tu entraña,
y lejos irás iracundo en tu plano.
Desde la decrépita faz arrasada
verás sólo oscuridad de falso arcano
que a la insurrecta felicidad arrastra
todo tu ser infectado de metano.
La noche, como una selenita magna,
te tomará como su apresado hermano,
mas pronto, influirá la luz de la mañana
que a ti, astro rey, erigirá nuevo decano
CUANDO SEAMOS UNO
Cuando airada rozas las mejillas
contra las mías en caricias recias
sucumbe el amor a la eternidad
y lo sublime enmascara toda la felicidad.
Cuando subes a tus labios la pasión
y depositas el suave silbido en los míos
y todo en mi ser se estremece ávido
y todo en ti fluye con destreza sutil.
Cuando tus piernas me abrazan
y los sentidos de lujuria florecidos
arremeten en rienda suelta unidos,
toda tú, todo yo confluimos en uno.
Cuando decidiste atarme a tu castigo
y yo me dejé atrapar en tu laberinto.
¡Ahí! Sé que ambos ganamos al destino.
RUMORES
¿Oyes?
Sí, es el rumor de las olas en cólera.
¿Escuchas?
Claro amor, son los susurros de la noche.
¿Sientes?
Siempre. Mi interior se estremece ante sublime canto.
¿Atiendes?
Nunca dejo de hacerlo ante la belleza.
¿Sabes realmente quien soy?
Lo sé, eres yo mismo.
Entonces ¿por qué me hablas?
Porque temo tu ira, eres irascible.
Es cierto ¿lo escuchas ahora?
Claro, muy claro, es el rumor de mi agonía.
¿Te vas?
Sí, me echas, me voy, pero esta vez jamás volveré.
ERAS TÚ, SÍ TU
Eras tú fiera de la noche,
tú eras la que desgarrada con alevosía
los corazones carroñeros de las almas.
Dama sin piedad, muerte de Satán, que tu mano acomode
la desdicha de las almas sin vida,
de las anatomías de aquejadas alimañas.
Saña impune que aqueja el fatuo fulgor
de un averno que habita en las castellanas tierras.
Secarral secreto de poderosos caciques maltrechos.
Una yerma campiña desolada de amor
Cuyo mal quedó hacinado en la era
y las mieses arguyendo el fatal final se van, huyen lejos.
Y eras tú, sí tú, el talismán de la desdicha.
Por ser tu inteligencia mi mayor talón de Aquiles,
sucumbió todo mi ser a la nada, tu nada.
Y me quedo aquí, quieto, esperando el día.
Y se va la noche y por más que atine
nada es consuelo,nada, en esta lúgubre casa.
LA RIÑA
Cual causa de todo mal
expulsas de ti la ira acumulada.
Causa y mal del desencuentro
debido al devenir de los acontecimientos
Todos esos que no puedes controlar.
Ávida de enérgica desolación,
sólo sabes derramar una lágrima
que calma la sed de tu disconformidad.
LA IDA
Despertaba ansioso de café, cargado.
Amanecía y el fulgor del día me llenaba.
Gran sagacidad me blandía la esperanza
cuando todo, a la postre, se tornaba aciago.
Triste, enarbolaba la bandera de la enseñanza
cuando creí ser culto del duro entramado,
pero pronto supe de mi mentira insensata,
cuando de bruces caí en el vacío malsano.
El aire faltaba ahora en mis mañanas
y el sinvivir aliado y unido con la nada
supieron hundir mi plan al que obstinado.
Me agarré con afán y ahora veo fracasado.
Volaré lejos y me alejaré de esta España.
Ingresaré mis conocimientos en mejor legado.
Añadiré mi voluntad ansiosa y con saña.
Demostraré la pena que ha sido perder mi pasado.
Si regalar a la deriva era su tramada hazaña
con rabia y odio os aseguro que han triunfado.
EL ALTRUISMO DE LA VANIDAD
Hoy te vi ahí, harapienta, sucia y con las manos mugrientas, desquebrajadas por la mala vida. Te vi y me dio un vuelco la conciencia. Tú ahí, rodeada de figuras desdeñosas de algunos santos y de cartones roídos. Tu pelo sucio, encrespado y ¡a saber! si con roña. Te vi y me dio un vuelco el corazón. Tu olor, ese olor y esa falda hecha jirones, tus uñas sucias, esos pies encallados y cuyas durezas demuestran ese caminar descalzo que practicas. Tus ojos medio idos, esa profunda tristeza de tu mirada. Hoy te vi y me dio un vuelco en el alma. Tu incipiente lágrima, tu acento extranjero, tu piel comida por el sol, tus labios agrietados, tus guantes sin dedos y tus abrigos asqueados de tanta vida. Hoy te vi y mi caridad dio un vuelco, el mismo vuelco que ejerció mi mano para hacer sonar esa mísera moneda en el almirez mohoso que utilizas como limosnera. Sonó la moneda y tu sonrisa me hizo ser feliz. Hoy te vi, compartí contigo mis miserias y me hiciste feliz. Hoy he descubierto la fina línea que hay entre el altruismo y la vanidad. Hoy sé que soy humano. Hoy sé que tu desgracia puede sacar la mejor de mis sonrisas.
HACER EL AMOR
Una mano, la tuya, con delicadeza acariciaba mi rostro, despacio, dulcemente esas yemas fueron bajando hacia mi hombro y fundiste tus brazos rodeando todo mi ser. Mi mirada perdida en el horizonte. Un escalofrío hizo que brotase de tus ojos una lágrima aventurera que se hizo fuerte entre los surcos de tu mejilla y cual granada cayó en el campo de batalla de mi pecho. En ese instante, se detuvo el tiempo. Solos, tú y yo, fundidos, siendo uno como cuando en los albores de tu existencia mis entrañas guardaban tus desvelos y tu protección.
Ahora, fría, sin vida, inerte, expirando en mitad de un patio en el que jugábamos inocentes, rota a golpes por el ser que me regaló lo más bello, tú.
-¡Hijo! Te pido venganza. Venga mi desdicha amando y protegiendo al talismán de tu casa, ámala siempre. Muéstrale al monstruo que algún día dejó plantada una semilla inocente que deshizo el poco bien que habitaba en él y así habré ganado y así vencerás.
LA SOLEDAD DE LA VICTORIA
Tan sigilosa y cauta es tu destreza
que sabes como apropiarte del ser,
a sabiendas del ansia de crecer
y alojas en él la cruda dureza.
Como un suplicante que sólo ora y reza
muestras al triste e incauto tanta miel
que aunque a algunos le sepa como la hiel
para otros es victoria sin flaqueza.
Cuán pena de la victoria en soledad,
qué triste está el yelmo sin su lanza
cuando la angustia alberga ya lo mortal.
Ahora, ávido de escasa esperanza
te hundes, aún triste, ante el ruido mundanal
y aunque victorioso, solo, ¡solo!, te hallas.
SONETO AL BANQUERO
Eras tú la que me alentaba a la transacción
ávida de sacar beneficios a corto plazo,
mas sin mucho sentido que dado el paso
a sabiendas conocedor de tan magna ilusión.
Perdimos ambos la económica batalla al son
de unos ecos que surcados mis oídos amenazo
y sin dejar pasar mi dignidad y con el mazo
voy dando trompicones de vacía solución.
Llegado aquí y todo perdido en el abismo
sólo me queda la maldita resignación
aunque a gusto les haría perder el sentido.
Me comporto como humano y utilizo la razón
a pesar del odio que me corroe a mi mismo
sabré tener educación y esperar paciente el castigo.
A TI GERENA
Oteo las brisas de tu atardecer
desde una atalaya privilegiada
rodeado de piedra volcánica
y acerados de complicado andén.
Saboreo bocados de exquisita mano
cuando entre amigos brindó una copa
quién sabe si de vino de la tierra
o de burbujeante y fino champán.
Contemplo el paso del tiempo senil.
El paso del tiempo en un infante
y en el despertar del deseo juvenil
ávidos de nuevas aventuras vitales.
Sueño embaucado en proyectos,
pues de tus calles debo ser pregonero
si beneficio propio he de sacar
con deseo de servir al prójimo.
Encantado con el saber de tu cultura
con los sones de las musas instruidas
entre parihuelas de fe y esperanza
bajo un manto protector en primavera.
Cuánto decir de ti, desconocida.
A pesar de mi efímera estancia,
cuánta buena gente entre tus arenas
cuyo polvo disuadido te muestra, Gerena.
A TI VILLAMARTÍN
En la distancia te echo en falta.
Cuestas empinadas y palmeras en la plaza
redonda y presidenta de ella una fuente
de cuatro caños de agua.
Horizonte soleado de silueta serena
cuyo albor destella en una ermita
dónde reside una Reina chiquita,
pero de grandeza inusitada.
Torre altiva y generosa
cuyo reloj nos da las horas
de estas vidas de desdeño
cuya fe habitas dentro.
Fiestas de septiembre, siempre grandes,
con carretas y caballos engalanados
entre tierras de olivo y amarillo albero
dónde el cante se alía al compás.
Domingo grande en primavera
dónde sones de pólvora y alegría
acompañan a un cristo triunfante
que saluda al pueblo en cada calle.
Cuán grande es tu tierra desde la lejanía.
Cómo aprecias el día cuando llega el fin
y puedes contemplar con distancia
cuánto quieres, amas y adoras a Villamartín.
Y ASÍ FUE
Comencé a caminar sin yugos ni cuerdas
asesorado sólo por mis dones inteligentes
que a sazón de cada paso recordaban,
como pasados tiempos, aun sin pensarlo,
resultan mejores en la frágil memoria
que nos regala la incauta mente humana.
Cada paso era más firme que el suceso,
el devenir futuro incierto me alentaba
corriendo hacia nuevas metas inexorables
de pecados ya cometidos y asimilados.
Creí ser fuerte ante tu ignorancia
necesitando crecer en ego a cada segundo.
Molestaban las palabras maldicientes
a mis aturdidos oídos saturados de mentira
que tanta mella clavaron en el alma
cuando el camino caminaba a ciegas.
Traspiés en cada piedra me encallaban
los zancajos mugrientos de esperanza.
Tonto fui al creer en lo absoluto y eterno
cuando sólo eran espejismos maltrechos
lo que mis osados visores contemplaban,
perdiéndose entre embustes sentimentales
que especulaban encendidos de deseo
y carentes de belleza y armonía.
Cuanto mal hicieron tus palabras
al descubrir su certera realidad.
Como escupían lágrimas mis ojos
pensando en todo este mal
creyendo en un engaño enjuto de amor
por el que luché sin ninguna dilación.
Y ahora exento de cuerdas y yugo
saboreo las brisas mañaneras con anhelo
y en la trastienda de mis sentimientos
lates aún con alguna fuerza
la misma que hará palanca para
ofrecer la luz de mi nuevo y estrenado destino.
LA F.COM DICE ADIÓS
La esencia de un verano que termina
se torna ilusión ante la nueva vida
que durante un septiembre que poco a poco expira
aguarda hacia una calle de la Cartuja de Sevilla.
Comenzó la aventura entre noticias,
besos, amigos, barriladas y risas.
La F.com nos acogió un buen día
Para, ¿quién sabe?, convertirnos en periodistas.
Largo se ansiaba el camino, eso parecía,
ahora cerca de la meta entre pena y alegría,
despedimos cinco años en eterna compañía,
en pos de un futuro incierto que nos abriga.
De la mano al compás de la publicidad
y de los los amigos del mundo audiovisual
somos miembros de la enorme familia
de esta gran morada llamada facultad.
Informar, formar y entretener es la misiva.
Alentémonos saciando la mano amiga
de un público que fuera aguarda y nos ansía
esperando que pongamos en práctica la teoría.
Profesores, copisteros, limpiadoras y cafetería
también han aportado inspiración a esta poesía,
pues sin ellos todo esto, quizás, no existiría.
Mas nos queda dar las gracias, por aportar a nuestras vidas.
Con sigilo y despacito todo esto se termina,
no obstante, asiremos cámaras y pértigas entre bambalinas
otros quizás tomarán micrófonos con su correspondiente pegatina
qué acredita a esta nuestra profesión tan atractiva.
Luchemos por ser buenos, pues así lo querrían
los ciudadanos con sociedades sin buenos periodistas.
Aquí empieza lo bueno, comienza la partida,
seamos buenas piezas del puzzle y enemigos de la inquina.
TEMPESTAD
Tempestad, después el huracán.
Viento sopla a la deriva.
Desbocada está la mar.
La tempestad, después llorar
mas tarde reír
y por último odiar.
Mis oídos escuchan la tempestad
como los rayos de tus ojos
deslumbran a la humanidad.
Tempestad de tu garganta
con llanto suena con pena arrastra.
Deshumanización de tu cuerpo,
Reencarnación de tu alma.
¿Escuchas eso amigo?
Es la voz tenue de un niño,
la tempestad azota el universo
y el huracán destroza los sueños.
Tempestad, viento y mar
bastante daño nos harán,
igual que nosotros al revelar
nuestras fuerzas con maldad.
Les toca a ellos deshacerse de nosotros,
para siempre.
Tempestad, después el huracán
viento sopla a la deriva,
desbocada está la mar.
Diego José López Fernández
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