Tardes de ocaso anaranjado
en un horizonte infinito,
donde mis ojos pierden la vista
frente a cementerios inertes.
Muertos. Sin vida.
en un horizonte infinito,
donde mis ojos pierden la vista
frente a cementerios inertes.
Muertos. Sin vida.
Y a pesar de todo, al amanecer,
la plenitud parece resucitar de su letargo
que con sus sombras alargadas,
irremediablemente, volverá a fenecer.
la plenitud parece resucitar de su letargo
que con sus sombras alargadas,
irremediablemente, volverá a fenecer.
Mas, con ávida prontitud versus tardanza,
la vida siempre la espera llena de luz.
la vida siempre la espera llena de luz.
Un ciclo eterno, infinito, imparable,
que, sin embargo, me será despojado
para, ¿quién sabe?, contemplarlo al fin,
por siempre, desde otra privilegiada perspectiva,
o no.
Bendita fe de los bienaventurados,
porque sólo ellos perciben la belleza
de una perpetua, pero fascinante penitencia.
porque sólo ellos perciben la belleza
de una perpetua, pero fascinante penitencia.
Diego J. López Fernández
20-02-18
Villamartín
20-02-18
Villamartín
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