3 ene 2019

QUE SEA TUYO EL CAMINO


Seguir un camino a pesar de no ver el horizonte
es un arduo trabajo de valentía, una fuga tenaz.
Una tarea constante de autoconvencimiento
de verse capaces de alcanzar sueños, tocarlos.
Irradiar tozudez en tus pasos, sin mirar las piedras
te convierte en un ser inestable, a momentos,
pero te regala brisas de libertad, tan necesarias.
Otear que a cada lado del camino existe una vertiente
condiciona, irremediablemente, tus triunfos,
aunque son cimientos, como no, de tus errores.
Lo fácil nunca pasa por avanzar y lo difícil es incierto.
Cuando fluyes la inmensidad te atrapa,
estruja tu aliento, te hace sentir la vida como regalo.
Si es luz lo que divisas tenderás a guiarte en su haz,
si, de un momento a otro, desaparece la tiniebla atroz
pondrá a tus sentidos a prueba de lealtad propia.
Sabrás, entonces, y sólo entonces, si eres de fiar.
Cuando no cesan tus deseos irrefrenables
conseguirás que tu audacia siga atenta
y la aventura continuará sus páginas.
Si postras tus pedestales en rellano de remanso
y los acostumbras al pastorismo bucólico
dejarán los callos de hacerte sufrir,
pero estancarás también tu sed de conocimiento.
Sea lo que sea lo que decidas hacer con tu horizonte
que nadie lo apague o encienda por ti
y si la senda se hace cómoda en las cunetas
que sean tus pies solitarios los que posen en ella.
No obstante, descubre, vuela, equivócate y camina,
inescrutables son los caminos que nos llevan a la gloria o al mismo abismo sin remedio,
pero respira tu decisión como el tesoro mejor vivido,
cómo la aventura del privilegio de estar vivo.

Diego José López Fernández
03-01-2019

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