6 ago 2015

Escucha

Cuanta tristeza encierra a este azar
cuando las velas se apagan sin más,
cual espectro tras la pena final
acompaña el alma que sola está.

¡Señor! Escucha mi verdad.
Muestrario de migajas sin pan
hambrientas de fortaleza brutal
que vagan a la deriva de un mar
cuyo oleaje es abatido a ras.

¡Señor! Escucha en soledad.
Penosa la arena del arenal
cuando el grano está preso en el penal
y desglosa el desarraigo mortal
ante el desatino de la maldad.

¡Señor! Escucha esta hosquedad.
Presto estará aún el sosiego vital
desprovisto de esperanza sagaz
y que no asegure en mí la bondad
que de tu lado está aún en lo fatal.

¡Señor! Escucha y sé bondad.
Rauda desvanece la caridad
cuando luchando por tu dignidad
de desagradecido pecarás
Si desperdicias limosna que dan.

¡Señor! Escucha tal maldad.
Porque tan putrefacto está este mal
que arrastrándose te querrá llevar,
mas atándote con fuerza voraz
tal que el desamarre te hará fallar.

¡Señor! Escucha sin pasad.
Cuando desesperado te halles más,
el desconcierto ante ti acudirá
y la gran locura te matará
con la cuchilla de tu arma letal.

¡Señor! Escucha y ten piedad.

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