6 ago 2015

Guillena, esencia de Granada

Caía lentamente en el horizonte una luna llena, los campos abrumados por una luz prodigiosa que en la nocturna calma sólo era interrumpida por el estruendo de los cohetes. El aroma a nardos inundaba las calles de la bella Guillena. La plata de sus respiraderos y candelabros, el haz glorioso de la bella talla y un rostro angelical que porta en sus brazos una hermosa figura de un niño prodigio.
Poco a poco el silencio, interrumpido por los sones de una banda que delicada hace sonar las partituras. Alguna que otra lágrima derramada en una mirada cabizbaja que sucumbe a su paso. La noche, el pueblo, las calles, todos rendidos a los pies de la patrona. Alegría y nostalgia se abrazan un año más el 8 de septiembre en el bello municipio al contemplar a la santísima imagen de la Virgen de la Granada.
Y el reloj parece que se para cuando avanza el calzado de los costaleros por la estrechez de la calle Fernando Ortega, de principio a fin los sentimientos, la gubia perfecta de la imagen y la devoción absoluta de los vecinos hacen que el recorrido por tan emblemático lugar sea único año tras año. Trío de marchas, todas a la altura de las circunstancias. Primero Coronación de la Macarena y la señora de Guillena avanza lenta, apaciguada, segura de sí misma, derrochando toda la elegancia de su hechura. Termina la calle, el pueblo la espera y, para esperar, más esperanza, ahora la sublime banda hace sonar Esperanza de Triana Coronada, júbilo. Y al final de la calle, la sorpresa, la alianza de la perfección. Una guitarra dos voces femeninas unas sevillanas desde el corazón y una lluvia de pétalos. El marco perfecto para un día inolvidable. Terminada tan sublime tormenta, se aleja de nuevo su contorno soleado con La Saeta. ¡Perfecta!
Muchas plañideras siguen las estelas de su manto, ahora bordado con innumerables pétalos de blancos claveles. Promesas en silencio, llantos enjugados y paso tras paso la devoción mariana de todo un pueblo. Perfecta armonía de pasión y sentimiento. Desde dentro y desde fuera, con o sin cercanía a la escena, lo que queda claro es que Guillena es esencia de Granada.
Y es así como empieza el mes de las tardes más cortas del verano que languidece. Las noches de fresca brisa se entremezclan con las bombillas de júbilo de la feria de esta bonita localidad sevillana. Desde hoy y hasta el domingo Guillena vive sus fiestas mayores. Sevillanas, buenos cantes y bailes, novilladas en la centenaria plaza y toros de fuego a modo de cierre esperan a locales y visitantes en una de las fiestas más importantes de la comarca. A sólo 10 Km de la capital.
Si tienen este fin de semana libre, algo de tiempo y ganas de pasarlo bien, es aquí dónde se cita el buen comer y la diversión. Los guilleneros les acogerán en sus casetas y les harán degustar los platos de la tierra. El recinto, pequeño y coqueto, es escenario de una feria de propios y extraños. Una copa de vino de la tierra, un buen plato de jamón y algún “pescaíto” frito serán los invitados perfectos y los compañeros de viaje ideales para compartir tan agradable escenario.
Es así como Guillena despide al verano. Es así como da la bienvenida al nuevo curso. Es así como siente su gente la devoción religiosa y al margen de las creencias individuales, respetables todas ellas, compartir con ellos sus vivencias es una experiencia agradable.
Desde su templo la Virgen de la Granada velará por el devenir de los tiempos. Erige un año más el talismán de la perpetuidad, unión de la tradición y el devenir. Sirve como lazo de unión de las generaciones advenedizas y venideras. Pero sobre todo, para bien o para mal, identifica a un grupo de personas en torno a un mismo fin. Las tradiciones, al fin y al cabo, son los ancestros de nuestras raíces como personas. Ellas nos hacen seres comunitarios y nos llevan a vivir en asociación. Por todo ello, con sus ventajas e inconvenientes, está en todos preservarlas y perpetuarlas. ¡Amén!

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